THE OXFORD HOTEL, MEXICO CITY
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I just found a picture of the Oxford Hotel in Mexico City. I remember l tried to look it up a few times when I worked in el DF.

In Mexico City we stayed at the Oxford Hotel. I remember that there was a school nearby and some of the students talked to me in basic English. They offered me cigarettes although I was only twelve and when I explained that I didn’t smoke, they responded, “Oh, sporty!”
When they found that my name “Tommy” was the diminutive form of Thomas, they began to sing “El gran Tomás” a hit by Mayté Gaos: “Thomas ooooooo! Thomas, how ugly you are!”

At the hotel, I made friends with the desk clerk. I remember that in those days as today I used to always carry a little notebook around. He spoke English and it happened that I used the English word “tablet” to refer to the notebook. Apparently, he had never heard that word. “But this is called a “notebook,” right?” he asked me.
“Yes,” I answered. “But you can also say “tablet.”
I told him that I was going to write him a letter when I got back to the states and I asked his name.
“Your father has my card with my name,” he said.
I was surprised that he apparently didn’t want to tell me his name, but I didn’t know why.
When I got back to the room, my father gave me the card and it was then that I understood the reason why:

His name was Jesus!!”


How embarrassed he must have felt. No wonder that he didn’t want to tell me!



En México nos  alojamos en el Oxford Hotel. Recuerdo que había un colegio cerca y algunos alumnos hablaban conmigo en inglés básico. Me ofrecieron cigarros aunque solamente tenía doce años y cuando les expliqué que no fumaba respondieron:

“¡Oh, sporty!”
Cuando entendieron que mi nombre “Tommy” era la forma diminutiva de Tomás, empezaron a cantar “El gran Tomás” un éxito por Mayté Gaos: “¡Tomás uuuuuuuuu! ¡Tomás, que feo estás!”
Tal vez Ud. recuerde la letra:

Hay un chico en esta ciudad
Que en verdad raro está
Él es alto flaco y cabezón
Y sin dinero....

En el hotel me hice amigo del recepcionista. Me acuerdo de que en esos días, como hoy, yo siempre llevaba una libreta. Él hablaba inglés y daba la casualidad de que yo usé la palabra inglesa “tablet” refiriéndome a la libreta. Por lo visto, él nunca había oído esa palabra.
—Pero esto se llama “notebook,” ¿Verdad? —me preguntó.
—Sí —le contesté—. Pero también se puede decir “tablet.”
Le dije que le iba a escribir una carta al regresar a Estados Unidos y le pedí su nombre.
—Tu padre tiene una tarjeta de visita con mi nombre —dijo.
Me sorprendió que aparentemente no quería decirme su nombre, pero yo no sabía por qué.
Al regresar a la habitación, mi padre me dio la tarjeta y entonces fue cuando entendí la razón: ¡Su nombre era Jesús!8 Qué avergonzado ha de haberse sentido. No era de extrañar que no quisiera decírmelo.


8   En inglés solamente Jesucristo se llama “Jesús.”