Un día, no sé
exactamente dónde, yo compré una iguana
disecada. No recuerdo cuánto me costó en
pesos, pero recuerdo cómo reaccionó mi
madre.
—¿Cuánto pagaste? —me preguntó.
Le dije cuánto había gastado y ella
respondió:
—¿Estás totalmente loco? ¿Qué vamos a hacer
con una estúpida iguana disecada?
—Podemos ponerla en el piano en la sala
—ofrecí—. Va a lucir muy pero muy bonita
allí.
—¡Cristo de las alturas! —dijo ella.
Yo me sentía terrible. Afortunadamente, al
poco tiempo, habiendo visto qué tan triste
yo estaba, ella se ablandó:
Tom's
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—Tommy —dijo—. ¿Sabes una cosa? Después de
todo yo creo que tienes razón. Esa iguana va
a estar muy bonita en la repisa del piano.
Mi piano y la iguana disecada hoy
Por años y años la iguana se ha quedado en
aquel piano. Cuando me mudé de casa, el
piano y la iguana vinieron conmigo; y cuando
compré un nuevo piano, almacené el piano
familiar en mi garaje y puse la iguana
encima del nuevo y allí sigue hoy.
A buen fin no hay mal principio.
Music Video with Iguana
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