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The antlions are a group of about 2,000 species of insect in the neuropteran family Myrmeleontidae. They are known for the predatory habits of their larvae, which mostly dig pits to trap passing ants or other prey. In North America, the larvae are sometimes referred to as doodlebugs because of the marks they leave in the sand. The adult insects are less well known due to their relatively short lifespans compared to the larvae. Adults, sometimes known as antlion lacewings, mostly fly at dusk or after dark and may be mistakenly identified as dragonflies or damselflies.
FROM RECUERDO
DE AMNESIA, Book two in my seven-book
series of bilingual memoirs.
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29: Monstruos de la Arena®
En los años 80 se me
ocurrió una gran idea. Podría vender hormigas
león como Monos Marinos. Estaba enganchado a la
idea y mi hermano de pronto también se sintió
igual. ¡Íbamos a llegar a ser millonarios!
Remolinos de hormigas león en la arena de Arroyo Pima
Como Ud. sabe, las hormigas león viven en la arena fina de lugares secos y protegidos del viento y la lluvia. Estos animales en realidad son la forma larval de un insecto muy parecido a una pequeña libélula. Construyen pequeños hoyos en forma de embudo, remolinos de arena en la arena. Estos remolinos son trampas para hormigas. Al caerse en el remolino la hormiga encuentra muy difícil zafarse. Para asegurar que no se escape, el león que la espera en el fondo del remolino echa arena para derribarla. Al caer al fondo, la hormiga león agarra la hormiga con
—¿Quién va a comprar Monos Marinos después de ver algo tan espectacular? — preguntó mi hermano.
—Nadie sino los tontos —dije—. Vamos a ser ricos. Incluso les podemos vender la arena.
Empezamos a planear y soñar.
Nada más necesitábamos arena, un tazón de plástico y hormigas león. Era la receta para la riqueza. Los compradores podrían coger sus propias hormigas para dar de comer a las hormigas león, pero no, sería posible también venderles las hormigas. ¿Hormigas? No. Se llamarían “víctimas” y llamaremos a las hormigas león Monstruos de la Arena®.
Consideramos varios temas que podríamos usar para anunciar nuestros Monstruos de la Arena®. Fabricaríamos un tazón de plástico en la forma de un pequeño coliseo romano. Imaginábamos pequeñas banderas bordeando los topes.
Además se nos ocurrió un tema del oeste. Mi hermano dibujó un enorme remolino de arena con algo parecido a un dragón en el fondo. Dibujó también huesos blanqueados de
ganado por todas partes y un vaquero montado a un caballo encabritándose al borde del hoyo.
Mis hermanos
y yo recogiendo hormigas león
cerca de Flagstaff, Arizona. De
izquierda a derecha: Jeffrey
Van Sickles Cole, Stephen West Cole y yo
Por supuesto podríamos ganar más dinero con la venta de equipo.
—Van a necesitar una criba para atrapar al Monstruo de la Arena® antes de cambiar la arena —le dije a mi hermano.
Luego
construí un prototipo.
Éramos sumamente prácticos. Teníamos, por ejemplo, que averiguar si los Monstruos de la Arena® podían sobrevivir un largo viaje en un sobre ya que íbamos a venderlos por correo. Daba la casualidad de que el gobierno de Estados Unidos acababa de distribuir estampillas postales de Elvis Presley y coincidió con que Elvis había cantado una canción famosa que se llamaba “Return to Sender” en la que el cantante se queja de que el cartero le haya devuelto su carta de amor con
las palabras “Return to Sender” estampilladas en el sobre. El público empezó a inventar direcciones que no existían y a enviar cartas utilizando las nuevas estampillas de Elvis. Por supuesto el cartero siempre las devolvía con las palabras “Return to Sender” estampilladas en los sobres, de modo que la persona que había enviado la carta tuviera un recuerdo interesante. Confieso que yo lo hice. Fue divertido.
Supimos
inmediatamente que
podríamos hacer
lo mismo con los
Monstruos de la
Arena®.
Empezamos a
inventar
direcciones que no
existieran. Luego
pusimos los
Monstruos de la
Arena® en
pequeños tubos de
plástico cerrados
con cinta
adhesiva. En poco
tiempo, carteros
por todas partes
del país iban
buscando personas
con nombres como
Colin Haunchsquat
que vivían en
calles llamadas
Brisketslapper
Avenue, East
Spaghetti,
Chillipunch
Street, Ferris
Wheel Avenue, e
incluso Ant Lion
Street.
Los Monstruos de la Arena® no salieron muy bien de esos viajes. Pocos sobrevivieron. Pero entre otros problemas eso era lo de menos; no podíamos criarlos.
Eso era imprescindible. No podíamos recoger insectos suficientes para ganar dinero. Necesitábamos una producción en masa.
Un día vi que nuestras cajas de Monstruos de la Arena® anteriormente llenas de insectos activos y hambrientos se habían calmado. Dejé una hormiga en un remolino de arena y nada pasó. Ningún Monstruo de la Arena® se presentó para comérsela.
Encontré
en la arena en
lugar de los
insectos
larvales
algunas
pequeñas
bolas arenosas
que parecían
pelotas de
tenis en
miniatura. Las
pusimos en una
pecera vacía
y en dos o
tres días las
pelotas de
tenis habían
eclosionado e
insectos como
pequeñas
libélulas con
antenas
claviformes
estaban
escurriéndose
dentro
agitando las
alas. Todos se
murieron a los
dos días.
—No sabemos criar Monstruos de la Arena® —dijo mi hermano.
—No tenemos ni idea. Tal vez tengan que acoplarse en el aire —dije.
Y así se acabó todo. Nos dimos por vencidos, empresarios decepcionados y fracasados, aunque creo, que de buen humor.