Iba a escribir de esta experiencia como tarea de mi clase, pero al repasar mi diario, leí que no había ningún frasco de vidrio. Nada aún parecido. Por muchos años había sido un recuerdo real para mí. Sin embargo, todo lo que me acordaba era nada más un engaño de mi memoria y mi imaginación.
The Spanish Language Blog
Blog aimed to
Spanish students and people who would
like to learn the marvelous Spanish
Language. Here you will learn about
Spanish Language in Nicaragua and Latin
America, and all about the Nicaraguan
Culture.
Since these
stories are all from My
Misteriosas noches de antaño book,
here's a link.
Los Cuentos de Tomás / Thomas Stories
Thomas
Hascall Cole is one of
our most
active students, he
has studied
at our school
(in
the system on-line)
for
one year and six months. Thomas
is
very fluent in
Spanish, he is fond
of
reading and enjoys
writing
short
stories in Spanish. He
has advanced
a lot and increase his
volcabulary, his writing
is excellent. Thomas's Spanish
has
Mexican and Nicaraguan
influence.
The
following stories are part
of the shorter bits of
memoir that he is writing
as both homework and a
personal writing project.
I'm sure
he
would love you to
leave
us your
comments.
Rojo
Sobre Fondo Blanco
Por Thomas
Hascall Cole
Mi padre era un
capitán del ejército de
Los Estados Unidos en los
años de la II Guerra
Mundial y estaba luchando
en Alemania. Un día, uno
de los soldados recibió un
disparo en el cuello y
estaba por morir
desangrado. “¡Capitán!
¡Capitán!” gritaron los
demás. “Necesitamos su
sangre para tratar de
salvarlo!” - Mi padre
tenía el mismo grupo
sanguíneo que el soldado
herido. Clavaron una aguja
en el brazo de mi padre y
empezaron a transfundir
sangre al herido. El
rostro del soldado estaba
pálido por la falta de
sangre, tan blanco como el
papel. Súbitamente tuvo
convulsiones y del cuello
empezó a brotar sangre.
Las gotas rojas de sangre
se esparcieron sobre el
rostro blanco del
moribundo. “Sabía que era
la sangre mía la que
veía,” me dijo mi padre.
“Y el color rojo sobre un
fondo blanco de muerte es
la cosa más espantosa que
en toda la vida he visto.”
La
Noche de Los Cangrejos
Por Thomas
Hascall Cole Era el año1963,
yo tendría quizá unos doce
años, y mi familia y yo
estábamos de vacaciones en
Mazatlán, Sinaloa México.
Habíamos decido acampar en
la playa. Era casi de
noche y yo estaba nadando
solo en un área rocosa de
la playa cuando me atrapó
una resaca (o algo muy
parecido) y no podía
zafarme de ella.
Una ola me
derribó y la corriente me
empezó a jalar mar
adentro. Me agarré de las
piedras del fondo para que
la corriente no me pudiera
arrastrar y me aferré a
ellas por mi vida,
mientras un río de agua
salina pesado y poderoso
me pasaba encima. De
repente las aguas de la
corriente desaparecieron,
y yo me encontré acostado
sobre las piedras y arena
del fondo alto y lejos.
Al pararme, sin
embargo, otra ola apareció
y me derribó otra vez.
Agarré las piedras de
nuevo y de nuevo cuando
había pasado el agua, me
levanté solamente para ser
derribado por otra ola.
No me acuerdo
cuántas veces esto sucedió
pero sé lo que me salvó:
Fue un suceso raro. Aún
hoy, apenas lo creo yo
mismo. Sin embargo, pasó
lo siguiente: las olas se
estaban haciendo más y más
grandes y yo no creía que
podría aguantar otra. Me
sentía muy cansado y creía
que la próxima ola me iba
a vencer. La última ola,
no obstante, hizo algo
bien diferente y
sorprendente. Era la ola
más grande y más poderosa,
y en lugar de derribarme,
me fuera del mar mismo,
por el aire y a la playa
donde aterricé en la arena
seca a metros de la
orilla.
Hay quienes no
van a crear esto. Como
dije, yo mismo casi no lo
creo, pero he leído
historias de personas a
quienes se les ha pasado
esta misma cosa. Por eso,
sé que esto sucedió
exactamente como se lo
describí.
Más temprano, el
mismo día, una ola golpeó
a mi padre y le hizo daño
en el oído. Años después
le molestaba el oído y le
hacía sentir mareado de
vez en cuando.
Esta
noche yo dormía en la
camioneta.
Soñaba
que cangrejos se
colaban
en mi saco de dormir. Me
desperté y pulgas de mar
me estaban picando.
Afuera podía oír los
gritos de mis hermanas.
La marea había inundado
la playa y la tienda de
lona estaba llena de
cangrejos.
Dos Cenzontles
Por
Thomas Hascall
Cole
Tengo dos
historias que tratan de
cenzontles, una con un
desenlace triste y la
otra con uno feliz.
Como Ud. sabe,
los cenzontles son
pájaros intrépidos.
Efectivamente, no hace
mucho tiempo filmé un
cenzontle que estaba
acosando un coyote.
El cuento
triste es de un
cenzontle y un zanate,
un pájaro bastante
grande que se asemeja a
un cuervo. (En realidad,
el zanate ni siquiera es
pariente lejano del
cuervo siendo de una
familia de aves que
existe solamente en las
Américas. Los cuervos
se ven por casi
todas partes del mundo.)
De todas maneras, vi un
zanate grande en un área
de estacionamiento cerca
de un camino y él estaba
persiguiendo un
cenzontle.
El cenzontle
era más ligero y veloz y
fácilmente evitaba el
zanate.
Desafortunadamente, el
cenzontle cometió un
error fatal. De repente,
dio vuelta a la
izquierda sobre el
camino y cerca del
pavimento y un camión lo
machucó instantáneamente
con una de sus llantas.
Fue como el sonido de
una bofetada, una borla
de plumas y para el
cenzontle todo se le
había concluido.
El zanate me
hizo enojar.
Yo soy el
héroe de la otra
historia. Un día salí al
patio del edificio donde
trabajaba y vi en el
zacate que la cola de un
pájaro apuntada hacía
arriba. Me acerqué y vi
que alguien había
incrustado un caño de
plástico en el suelo. En
el fondo del caño había
agua y aparentemente el
cenzontle había tratado
de aprovechar un
sorbito, resbaló, y se
cayó pico abajo. Se
encontró atascado en el
caño y no podía
liberarse de él.
Mientras tanto, se
estaba ahogando.
Yo le agarré
la cola y lo levanté del
caño. Él estaba
escupiendo, tosiendo, y
volviéndose loco y yo no
podía decir que le
consideraba culpable por
compartirse así.
Luego
forcejeó para liberarse
de mis manos y lo solté.
Voló al techo del
edificio y yo sabía que
iba a sobrevivir esta
experiencia tan dura
para él.
El
Coyote, La Garceta, y
El Chavo
Por
Thomas Hascall ColeEl otro día vi
un coyote que estaba
sentado al lado de una
garceta. Los dos estaban
descansando a las
orillas de una charca
cerca de donde vivo.
Siempre he creído que
los coyotes
constantemente andan
hambrientos, pero a este
no le interesaba atacar
la garceta para nada
aunque podría haberle
ofrecido más de un
pequeño bocado
nutritivo. Él estaba
plenamente consciente
del peligro del pico
agudo de la garceta y
sabía que posiblemente
la garceta le podría
sacar un ojo con él. El
coyote, siendo una
criatura de la
naturaleza, no iba a
arriesgarse a resultar
con una herida porque en
el bosque un animal
lastimado no siempre
sobrevive. Por eso, ahí
se sentaron el coyote y
la garceta contentos y
aprovechándose de esa
callada tarde de sol.
De vez en
cuando los seres humanos
no se cuidan tanto de sí
mismos. Mi padre
me relató del día en él
que vio en un bote
a dos
muchachos quienes habían
capturado una garceta en
un lago en
Massachusetts. La
garceta se escapó cuando
apuñaló a uno de los
chavos en la fosa nasal.
La Bomba
Sustraída
Por
Thomas Hascall ColeDurante la
segunda guerra mundial
mi tío Mole era un
experto en desactivar
bombas. Estaba en
Inglaterra durante el
bombardeo de las
ciudades inglesas por
los alemanes, y un día
una bomba se cayó cerca
de Londres en el pasto
de un granjero y no
estalló. Los
norteamericanos tenían
noticias de este suceso
y mi tío recibió ordenes
de irse allá para
desarmar la bomba
fallida. Al llegar,
pidió una pala prestada
del granjero y empezó a
excavar la bomba.
La bomba se
había enterrado a como
dos metros de
profundidad y mi tío
tenía que excavar por
algunas horas. Cuando la
había dejado al
descubierto, supo que
era una bomba que
reconocía. Sabía
precisamente como
desactivarla y la empezó
a desarmar.
Él estaba a
las rodillas al fondo
del hoyo cuando una
sombra le cubrió. Creía
que era nada más una
nube pero luego oyó una
voz con un fuerte acento
inglés y con el bien
conocido cortesía de los
ingleses.
“Gracias,
Yank. Nos encargamos de
ella ahora. ¡Cherrio!”
Era un
capitán de la Real Fuerza
Aérea y se le
había robado de mi tío
la única bomba que iba
a ver durante toda la
guerra .
Hay para todos
Por
Thomas Hascall Cole“Cuando apenas
eras un muchacho,” me
dijo mi padre, “tú
dijiste: ¡Quiero una
colección de alfileres!"
y yo no podía entender
lo que querías decir. No
tenía la menor idea.
¿Una colección de
alfileres?
Bueno,
poco después él entendió
lo que yo quería decir y
luego fue a la
universidad - donde era
un catedrático de
biología - y donde se
vendían alfileres del
tipo que yo deseaba.
Me los trajo a
casa. Los alfileres
estaban envueltos de
papel de seda, eran
negros y de unas tres
pulgadas de largo con
cabezas redondas y
doradas.
Me acuerdo de
la sorpresa que
sentí al verlos. Eran
bellos y con ellos yo
podía empalar los
insectos y exhibirlos en
una caja de puros.
Tenía que
exhibir los insectos
según algunas reglas
sencillas aunque
estrictas. Por ejemplo,
los escarabajos tenían
que ser empalados por el
ala derecha cerca del
“hombro” y las avispas y
mariposas por la parte
central del tórax. Por
supuesto, uno nunca
podía usar un alfiler
ordinario.
Los otros
jóvenes del barrio se
enteraron de lo que
hacíamos mis hermanos y
yo, y también adoptaron
el pasatiempo.
En esos días
de antaño invitábamos a
nuestros amigos a pasar
la noche en el patio
donde acampábamos a la
intemperie. Un día a mi
hermano se le ocurrió
una idea. Podríamos
poner linternas en el
patio y capturar los
insectos que ellas
atraían.
“¡Tal vez
podamos atraer un
escarabajo rinoceronte!”
dijo con mucha emoción
refiriéndose a uno de
los escarabajos más
codiciados por los
coleccionistas de
insectos.
“No me parece
mala idea aunque dudo
que un escarabajo
rinoceronte vaya a
presentarse,” yo dije.
“Pero habrá mariposas
nocturnas y otros
insectos, puedes tener
la certeza de que yo
asistiré.”
Los otros
chavalos también tenían
muchas ganas de asistir.
Venían con sus frascos y
redes, alfileres y un
gran entusiasmo.
Coleccionamos
muchos insectos, era una
buena reunión y bien
divertida a pesar de que
las linternas no
atrajeron ninguno de los
escarabajos estimados.
Cuando ya era
tarde y todos estábamos
por acostarnos, se
oyó un zumbido que
provenía del callejón de
tierra detrás del patio.
No había una cerca
allí—solamente el zacate
del patio y el pequeño
camino de tierra.
Escuchamos más zumbidos
y de repente, de los
agujeros que había en el
camino, brotaron
escarabajos. Cientos de
ellos.
¡Pare Usted!
¡Alto! Sé lo que me va a
preguntar, y no, no eran
escarabajos
rinoceronte sino
escarabajos aún más
magníficos. ¡Eran
escarabajos
longicornios! Cinco
pulgadas de largo,
negros como el carbón
con cuernos encorvados
como los de alguna
criatura de un OVNI y
cuellos claveteados como
los collares de los
dogos del infierno.
¡Maravillosos,
estupendos,
espectaculares eran esos
escarabajos!
Y había para
todos.
Un Frasco
de Vidrio
Por
Thomas Hascall ColeHace doce
años me inscribí en una
clase de redacción. El
tema de la clase era la
memoria. Aprendimos que
los recuerdos de cada
quien son su realidad.
Era correcto escribir de
tales memorias pero
nunca mentir.
Por muchos
años me quedé con el
recuerdo de un hombre
chaparro que andaba
sosteniendo un gran
frasco de vidrio lleno
de boletos. Era el año
1989 e iba a haber un
concierto de Paul
McCartney en el pueblo
donde me crié. Había
como cinco mil personas
en un área de
estacionamiento quienes
esperaban en una gran
fila para conseguir
boletos.
El chaparro
este caminaba a lo largo
de la cola. Lentamente
sacaba los boletos y se
los entregaba de uno en
uno a la gente. Me
parecía ridículo que no
había un sistema más
lógico y eficaz para
distribuir los boletos.
Siempre decía yo, "Si él
hubiera dejado caer ese
frasco, todo de ese
gentío lo hubiera
derribado para coger los
boletos como niños que
se tiran a tomar los
caramelos de una piñata.
Iba a escribir de esta experiencia como tarea de mi clase, pero al repasar mi diario, leí que no había ningún frasco de vidrio. Nada aún parecido. Por muchos años había sido un recuerdo real para mí. Sin embargo, todo lo que me acordaba era nada más un engaño de mi memoria y mi imaginación.
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